Biden es de convicciones profundas, cree en la diplomacia, pero también en el “puño de hierro”.
Para el mundo, las elecciones de Estados Unidos son importantes. Para América Latina son relevantes, luego de una década de mal desempeño económico, populismo, y ahora golpeada por la pandemia. Para Colombia son estratégicas, dada la “relación especial” que tiene nuestro país en asuntos económicos, en lucha contra el crimen organizado y el reto que representa el régimen que gobierna a Venezuela. Solo quedan dos opciones: Trump o Biden.
Joe Biden ha sido un hombre público toda su vida. Su compromiso con la libertad, los derechos y la democracia son incuestionables. Como presidente del Comité de Relaciones Exteriores promovió la intervención en los Balcanes para contener el holocausto. Fue protagonista de la aprobación del Plan Colombia, considerada la política bipartidista más exitosa, que impulsó avances en seguridad y progreso social. Como Vicepresidente, apoyó la Alianza Transpacífico, y su foco principal fue Latinoamérica, en donde lideró el plan para el ‘Triángulo Norte’ de Centroamérica con énfasis en seguridad y creación de empleo. Ayudó a aumentar recursos para Colombia a partir de 2016, luego de 7 años de reducción. Su último viaje como Vicepresidente lo hizo en diciembre de 2016 a Cartagena de Indias para crear el consejo empresarial Colombia-Estados Unidos y promover inversión.
En el tema de Venezuela es un ‘halcón’ que considera a Maduro un tirano; al régimen, antidemocrático, y condena las actividades criminales y violaciones de los derechos humanos. Siempre tuvo muy claro el caso Makled y la frustración que se tenía en EE. UU. por la no extradición desde Colombia. Frente a Cuba, aunque la administración Obama restableció relaciones, como en todos los gobiernos, había diferentes opiniones, su línea era más firme y crítica de concesiones excesivas sin exigir más democratización a La Habana.
Siempre ha tenido una posición dura con el narcotráfico. En medio del proceso de paz de Colombia, como muchos, consideró que era apropiado negociar dadas las victorias militares sobre el terrorismo y la reducción de la producción de coca y cocaína hasta 2013. Es un entusiasta de la transformación de nuestro país como ejemplo para el mundo. Pero soy testigo de su insistencia por no conceder beneficios al narcotráfico; señaló que la aspersión aérea era necesaria para enfrentar el flagelo. Tuvo claro que si ese negocio maldito continuaba en Colombia, una cosa serían los acuerdos en el papel y otra la materialización de la paz. Así lo dijo en tres ocasiones de manera privada, prudente, pero muy contundente.
El equipo que seguramente estaría en su eventual administración en temas de política exterior es de lujo. Tony Blinken y Jake Sullivan, estrategas globales. Los expertos en geopolítica del hemisferio son Dan Erikson, Shannon O’Neal, Frank Mora y Dan Restrepo (de origen colombiano, cercano a Obama, le debemos en parte el TLC). En Washington se dice que lo apoyan pesos pesados como el general Petraeus y el almirante Stavridis, que nos conocen bien. Mención aparte merece Juan González, muy cercano a Biden, su asesor en temas regionales, firme contra la criminalidad. González podría ser el colombiano-americano (cartagenero) con mayor influencia de la historia en la Casa Blanca.
No soy anti-Trump, tengo grandes amigos y afectos republicanos, no me gustan las formas del presidente Trump, aunque considero que ha tomado decisiones acertadas en materia de seguridad y economía. Pero, para los que piensan que Biden es débil, o creen que va a tener manga ancha con narcos, terroristas, corruptos, o regímenes criminales, les digo que se equivocan, es un hombre de convicciones profundas, con visión estratégica global, cree en la diplomacia, pero también en el “puño de hierro” cuando es necesario.
JUAN CARLOS PINZÓN BUENO
Economista, exembajador en Estados Unidos, Exministro de Defensa, Presidente de ProBogotá.
Publicado en El Tiempo el 29 de junio de 2020