Somos responsables de apostar por una hoja de ruta en la que quepamos todos los ciudadanos.
Estos meses al frente de ProBogotá he encontrado una ciudad con ejecutorias importantes, con planes ambiciosos, con controversias abiertas y grandes retos por resolver. Una ciudad que debe ser capaz de armar consensos que le permitan a largo plazo tener una visión hacia la cual nos podamos mover con tranquilidad y seguridad en las décadas por venir.
El éxito que hace destacar a algunas capitales del mundo es haber podido definir una hoja de ruta que devele su potencial. Londres, por ejemplo, con su plan Londres 2050 o Nueva York, que trazó su ruta hace más de un siglo y tiene la flexibilidad de ajustarse sin desviar su concepto original.
La construcción de esos planes corresponde a todos los actores de la ciudad: plantearlos y proponerlos les compete a los gobernantes, pero involucra a toda la sociedad y los ciudadanos aportan un insumo esencial en la base de esa construcción.
¿Qué estamos dando como ciudadanos aparte de reclamarle a la ciudad mejores vías e infraestructura, más seguridad, oferta educativa de mejor calidad, más oportunidades de emprendimiento, más digitalización y soluciones inteligentes para resolver los asuntos del día a día del ciudadano?
Ante la oportunidad electoral que se avecina, ofrezco dos radiografías como puntos de reflexión, ambas llaman la atención y alertan sobre nuestra parte de responsabilidad como ciudadanos de Bogotá.
La primera, la que realizó la Corporación Contrial con la medición del Índice de Capital Social que se conoció en el segundo semestre de 2018. Esta encuesta presenta un resultado contundente y crítico: Bogotá está en el último puesto dentro de las ciudades de Colombia en materia de capital social.
Todo empieza con la medida de confianza en la que la ciudad presenta un nivel muy bajo. Esta es la base de la vida en sociedad, con ella se hace posible construir relaciones mínimas sobre las que se buscan objetivos superiores y se soporta el progreso. Por eso es tan importante.
La baja confianza, que analiza en detalle esta encuesta, se presenta frente a todo: el sistema legal, la administración pública e incluso frente al sector empresarial. No sorprende, lo escuchamos todos los días. Esta falta de confianza se alimenta a su vez de la percepción de corrupción que ha llegado a niveles extremadamente altos.
En este punto introduzco una segunda radiografía, que aporta la Encuesta de Cultura Ciudadana 2018 de Corpovisionarios y la CCB, según la cual 72 % de los encuestados considera que el nivel de corrupción en Colombia ha aumentado y 65 % considera que más de la mitad de los empresarios del país son corruptos.
Esta situación de desconfianza y percepción de corrupción generalizada se traduce en un marcado aislamiento como individuos, quienes estamos cada vez menos dispuestos a dar de nuestra parte al colectivo.
Con un panorama como este, será más difícil construir los consensos que necesita Bogotá, pero aunque suene un poco apocalíptico, no estamos condenados a que así sea.
Este año Bogotá elegirá un nuevo Alcalde Mayor para el período 2020-2023. Esta oportunidad nos compromete a trabajar por conocer y enterarnos mejor de lo que está ocurriendo en la ciudad, para así poder tomar decisiones informadas y participar conscientes. Somos responsables de romper el círculo de la desconfianza, aportar y apostar por una hoja de ruta con visión de largo plazo, en la que quepamos todos los ciudadanos y que refleje, por fin, el potencial que siempre se le atribuye, con una mejor calidad de vida y bienestar para sus ciudadanos.
Saber “¿en qué está Bogotá?” es una tarea que nos compromete a todos. ProBogotá se dispone este año a contribuir de manera decidida en este objetivo.
Según el pronóstico de Euromonitor Internacional, Bogotá está llamada a ser una de las 10 megaciudades del mundo. ¡No podemos desaprovechar esa oportunidad!
Publicado en El Tiempo el 04 de febrero 2019