Por Juan Carlos Pinzón & Gerardo Caneva
Aunque la probabilidad de tener elecciones justas en Venezuela era baja, muchos tenían la esperanza de tener un resultado positivo que le pusieran final a la difícil situación causada por el régimen autoritario de Nicolás Maduro.
La oposición liderada por Maria Corina Machado y Edmundo González era consciente de lo poco probable que era este escenario, por lo que implementaron una cuidadosa estrategia para demostrar el fraude electoral, reuniendo más del 70% de las actas de votación utilizadas en los centros electorales de todo el país. Estas actas, junto con las pruebas recopiladas por observadores independientes y organizaciones no gubernamentales, mostraron que el verdadero ganador fue González y que los resultados presentados por el gobierno de Maduro habían sido fabricados
A pesar de las masivas protestas de la oposición Maduro no ha renunciado. Por el contrario, su régimen ha incrementado significativamente la violencia y la represión, tomando medidas drásticas contra los manifestantes, deteniendo y secuestrando a miembros de la oposición, sembrando el miedo mediante el uso de grupos paramilitares armados conocidos como colectivos y emprendiendo una cacería de brujas contra todo aquel considerado enemigo del régimen. González, el legítimo presidente electo, ha sido obligado a abandonar el país y exiliarse en España.
El resultado de las elecciones tendrá serias implicaciones para la seguridad, las economías y las relaciones exteriores del hemisferio occidental, especialmente para el pais vecino de Venezuela, Colombia.
En primer lugar, es casi seguro que se dé una nueva ola migratoria como resultado de las detenciones ilegales, los casos de desaparición forzada y la inseguridad en Venezuela. Ya hay cerca de 8 millones de emigrantes venezolanos en todo el mundo, 6.5 millones de los cuales están en América Latina, la mayoría en Colombia (2.8 millones), Perú (1.5 millones) y Brasil (más de 500,000). El aumento de la emigración probablemente agravará la emergencia humanitaria en el tapón del Darién, la crisis del tráfico de personas y las redes de narcotráfico, las cuales ya han desestabilizado a Panamá
Es probable que esta migración también aumente la tensión entre Estados Unidos, México y los países de América Central, ya que EE. UU. ejercerá presión sobre estos para detener a los migrantes que se dirigen hacia la frontera. Para Estados Unidos, un nuevo éxodo de venezolanos ocurrirá en medio de la temporada electoral y trascenderá el ámbito político, generando preocupaciones legítimas de seguridad relacionadas con la banda criminal del Tren de Aragua, entre otras.
En segundo lugar, la continuación fraudulenta del régimen de Maduro representa un riesgo significativo para la seguridad y estabilidad de la región. Durante las últimas dos décadas, grupos armados colombianos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), varias facciones de las FARC y el Clan del Golfo han operado dentro de Venezuela. Estos grupos han estado utilizando a Venezuela como un refugio, y la evidencia sugiere que han sido amparados por el régimen de Chávez-Maduro. De hecho, el ELN opera en el occidente de Venezuela como una organización paramilitar con plena lealtad al régimen.
Con Maduro aferrado al poder y el fracaso de la política de ‘paz total’ del presidente colombiano Gustavo Petro, es probable que los grupos armados colombianos y las organizaciones criminales venezolanas continúen expandiéndose, afectando a toda la región. Los capos de la cocaína seguirán utilizando a Venezuela como plataforma para exportar la droga a través de los puertos colombianos en el Pacífico y el Atlántico o a través de Ecuador, que se está convirtiendo cada vez más en un centro para las exportaciones ilegales de drogas.
De igual manera, la minería ilegal —especialmente de oro, cobalto y coltán— aumentará. La minería ilegal de oro en Venezuela se lleva a cabo principalmente en las regiones del sur y se transporta a través de Colombia, Guyana y Brasil hacia clientes en América del Norte y Europa. A través de estas economías ilícitas, los grupos armados en Venezuela incrementarán su capacidad de violencia y control territorial.
Con respecto a la disputa territorial de Venezuela con Guyana, Maduro podría emplear una estrategia similar a la de sus aliados globales. La invasión rusa a Ucrania, la guerra de Irán contra Israel y las amenazas chinas a Taiwán son un modelo atractivo para un régimen autocrático: usar el nacionalismo para unificar al público y buscar obtener la riqueza petrolera de un país vecino, desestabilizando la región y los mercados energéticos globales.
En tercer lugar, en términos geopolíticos más amplios, el tablero de ajedrez favorece a los ‘autócratas’. Como era de esperarse, regímenes represivos como Cuba, Irán, Nicaragua y Rusia apoyaron los resultados electorales de Venezuela. Esta elección robada aumenta el riesgo de un retroceso democrático en toda América del Sur.
El fraude electoral en Venezuela es el segundo de la región en menos de cinco años, con Maduro siguiendo los pasos de Daniel Ortega en Nicaragua. Con democracias cada vez más inestables en el continente, las victorias fraudulentas de los regímenes autocráticos representan una amenaza real para las democracias regionales. Asimismo, como lo ha hecho desde la era de Chávez, el régimen continuará buscando influir en las elecciones de otros países para promover su ‘Socialismo Bolivariano’.
Es probable que los resultados también profundicen las divisiones en la región, creando bloques que limitan la cooperación social y económica. Mientras que Bolivia, Nicaragua y Honduras aceptaron los resultados falsificados, Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay condenaron el fraude, en algunos casos rompiendo relaciones diplomáticas con el régimen de Maduro. Adoptando una ‘neutralidad’ sesgada están los gobiernos de México, Brasil y Colombia, que tienen vínculos ideológicos con el régimen y buscan mantener a Maduro en el poder.
En el caso de Colombia, el presidente Petro está ideológicamente alineado con Maduro y ha tratado de liderar una política de restablecimiento de relaciones diplomáticas con Venezuela, una estrategia que no ha dado ningún resultado. La decisión de Petro de cesar nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos, a pesar de las grandes reservas de Colombia, significa que el país corre el riesgo de tener un déficit de gas natural para 2025. El gobierno ha propuesto importar gas natural de Venezuela, creando una dependencia energética y restringiendo efectivamente la política exterior de Colombia.
Finalmente, Venezuela desempeña un papel importante en las negociaciones de Colombia con el grupo guerrillero ELN, buscando un acuerdo de paz que tiene como objetivo acercar a Colombia al ‘Socialismo del siglo XXI’ y alejarla de sus valores democráticos tradicionales y de su alianza con Estados Unidos.
Fallarle a los valientes pero indefensos venezolanos en su lucha por resultados democráticos tendrá un impacto significativo en la paz, la estabilidad y la democracia en el continente. La victoria de Maduro es una victoria para el crimen organizado, los poderes malignos y la autocracia, y una derrota para los derechos humanos, la libertad y los valores democráticos. Permitir el fraude electoral de Maduro sería despojar a Venezuela de su legítimo presidente, Edmundo González.
Además, en una era de competencia global por el poder, permitir que Maduro prevalezca causara daños impredecibles para la región. El momento de actuar para garantizar la libertad y la democracia es ahora, sin importar el costo. Recompensar la dictadura de Maduro solo alentará a otros a jugar el mismo juego.
Juan Carlos Pinzón, Ex-Ministro de Defensa de Colombia y quien se ha desempeñado en dos ocasiones como Embajador de Colombia en Estados Unidos. Es profesor visitante en la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales (SPIA) de la Universidad de Princeton. Gerardo Caneva es su jefe de gabinete y un experto en análisis de riesgo político.
Esta es una traducción a español del artículo original publicado en The Hill , Venezuela’s election fraud threatens the stability of the Western hemisphere