La guerra contra el coronavirus necesita un arma esencial que escasea hoy en el mundo. Se trata de un aparato que puede reemplazar la esencial función de respirar que cumplen los pulmones y que pierden los pacientes más graves de la covid-19. Aunque se estima que no es más del 5 por ciento de los contagiados, cuando los casos se disparan, como sucedió en Europa, los hospitales no dan abasto con la cantidad de personas que necesitan los ventiladores mecánicos, solo disponibles en las camas de una unidad de cuidados intensivos (uci). Es ahí cuando se comienzan a tomar decisiones de guerra sobre quiénes puede acceder a ellos y quiénes no. Bogotá lanzó esa alerta desde el comienzo de la pandemia. La ciudad contaba al comienzo de este año con 967 camas de ucis, pero hizo una veloz gestión para elevar este número.
El principal problema para esa meta son los costos. La red hospitalaria, ya golpeada por deudas históricas y fallas estructurales del sistema de salud, aseguró que no tenía con qué ampliar su capacidad y comprar los elementos de protección a su personal. Entonces, surgió una alianza trascendental para la lucha contra el virus. Liderada por ProBogotá Región en conjunto con la Cámara de Comercio de Bogotá, Camacol, el Foro de Presidentes, y con el apoyo de la Cámara Colombo Americana, la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) y Asobancaria, las compañías que operan en la capital del país decidieron enfocar allí sus ayudas.
A la fecha, los resultados son muy positivos. Se han recogido 23.500 millones de pesos. “Estas donaciones incrementarán la capacidad de las unidades de cuidados intensivos; proteger a nuestro personal de la salud y salir a hacer diagnósticos tempranos. Nos ayudará a darle una mejor gestión a esta crisis y superarla minimizando sus costos”, explica el presidente de ProBogotá, Juan Carlos Pinzón. Se adquirirán 145 nuevas unidades de uci para seis hospitales, lo que incrementará 15 por ciento esa capacidad instalada a nivel general y 29 por ciento en la dispuesta para el coronavirus. Bogotá pasa así de tener 13 camas por cada 100.000 habitantes a 15.
“Los aportes terminan volviéndose un reto gigante, pues hay que darles el mejor uso para ayudar a la mayor cantidad de enfermos y responder así a la voluntad de los donantes de ayudar donde se necesita”, explica el director de la Clínica Shaio, Gilberto Mejía. Se calcula que en el marco de seis meses, si los casos aumentan, solo esas camas pueden salvar alrededor de 2.800 vidas. “Una vez superada la pandemia, esto será un legado para los próximos diez años que deja el sector privado al sistema de salud”, dice Pinzón.
Adicionalmente, se ampliará la disponibilidad de elementos de protección para el personal hospitalario. Los empresarios le entregarán a 13 hospitales (nueve públicos y cuatro privados) mascarillas, batas antifluidos, trajes de mayo, visores, gorros, polainas, guantes y trajes para 55 días de operación. En medio de la pandemia, la solidaridad incluso se ha dado desde las mismas empresas de salud. UnitedHealth Group, que opera las clínicas del Country y de la Colina, y la prepagada Colmédica, asignó 2.000 millones de pesos para apoyar a hospitales que tienen situaciones más difíciles, como la Samaritana, el Santa Clara, el Simón Bolívar, Meissen, El Tunal, Suba, Kennedy y Engativá. “Nuestros esfuerzos van dirigidos a apoyar la ardua labor de los profesionales de la salud en hospitales públicos”, señala Fernando Robledo, presidente del grupo en Colombia.